Ambas tecnologías están bastante desarrolladas, sin embargo aún no es momento de soltar totalmente el volante, te explicamos por qué.
Todos hemos visto las películas futuristas en las que con sólo pulsar un botón nuestro auto toma el control total y nosotros podemos concentrarnos en leer el periódico o incluso en dormir una siesta.
Ese es el mejor ejemplo de conducción autónoma, es decir, el vehículo no requiere supervisión de ningún ser humano para llegar a destino, puede evitar situaciones de riesgo y “tomar decisiones” de acuerdo a las condiciones del entorno y el tráfico. Nuestra única función sería encender el coche e indicarle a dónde queremos ir.
Lamentablemente esta tecnología autónoma sigue en desarrollo, y aunque ya la hemos visto en el cine, aún tendremos que esperar algún tiempo (tal vez menos del que podríamos pensar) para que esté disponible.
Sin embargo, en Tesla Motors han sido pioneros introduciendo al mercado el Model S, equipado con un sistema de piloto automático, que en palabras de Elon Musk (CEO de Tesla Motors): “es una ‘ayuda’, pero no se podría encargar, al 100%, de la conducción”.
Se podría calificar a este asistente como un control de velocidad muy avanzado pero que inexorablemente necesita la supervisión del conductor. Incluso los sistemas de seguridad que incluyen muchos fabricantes como el aparcamiento asistido, la frenada de emergencia o el asistente de advertencia por cambio de carril, pertenecen a la denominada “conducción semiautónoma”, es decir, la acción de conducir el vehículo debe estar presente.
La diferencia más visible entre los coches autónomos y los que cuentan con piloto automático es que los primeros están repletos de sensores en su exterior, mientras que los segundos cuentan con algunos pocos que logran pasar desapercibidos.
Algunas compañías como Google, BMW, Mercedes y Nissan tienen como objetivo el año 2020 para finalizar el desarrollo de sus coches autónomos.